jueves, 4 de febrero de 2010

Me he ganado...

Es cierto. No es justo: ustedes mis alguna vez ávidos lectores vienen a este blog que lo que fue os los debe a ustedes, y... ¿Qué encuentran? Nada.

No es a mal, pero la desesperanza me había ganado. Y no apelo a nada que ustedes si quiera desconozcan. Simplemente, para qué venir a contarles o decirles, hacer, deshacer: lo más común es que no haya más.

Puede que este post sea una extensión de aquel otro ampliamente existencialista que escribí en noviembre. Empero, un día alguien cuyos años hacían más respetable que a mí, me decía que lo comprendía porque después de tanto desgaste uno terminaba por preguntarse ¿por qué? ¿para qué? y mejor aún... ¿valió la pena?

Tal vez sea cierto y la tristeza no es algo que a personas como yo nos quede, y puede que tampoco deba de sentirme extraño a muchas cosas y situaciones que a diestra y siniestra ocurren. Es lo normal, por todos lados acontecen, pero no quiero dejar de maravillarme, asombrarme, emocionarme y todo lo que ello conlleve.

Es risorio que a mí, siendo el autor de este blog, nunca me había pasado por la cabeza autoentregarme un brownie, mantecada, galleta o vaso de chocolate. Simplemente tienen razón al decir que es más fácil ver la paja en el ojo ajeno que la viga en el propio.

Y como es difícil realmente ganarse el brownie de chocolate o la mantecada, negrito o concha o lo que sea; permítanme dar batalla para poder decir después lleno de orgullo que me lo he ganado a pulso así como para entonces sí, saborearlo.

No sé, para comenzar, si compito en la categoría de la vida más miserable, o por la menos. Es algo que no termino muy bien de esclarecer. Es complicado dado que la línea que las separa es muy delgada: eso os lo dejo a ustedes.

Como a bien apuntabamos, me ganó la desesperanza. Y no solamente ella, sino también el hastío, la desilusión, la desidia. Y no puedo responsabilizar a las situaciones, las acciones, las personas, yo soy el único responsable de mis acciones.

Por otro lado, ahora comprendo que el lenguaje (eso en lo que me estoy volviendo un experto) es en verdad fuente de malentendidos.

Todo ello sumado a mi constante falta de atención, que no es más que un mal común hoy en día, son las bases de mi candidatura a competir por este tan codiciado, cómo no, premio.