¡Que las bendiciones de todos los dioses sean derramadas sobre ustedes y sobre de sus familias!
A algunos les tocó llamada, tweet, mail tal vez o algo a través de facebook o myspace. De cualquier manera, sólo quería agradecerles por estar ahí cuando necesito sentirme cerca de alguien, por escucharme cuando necesito contar algo, por soportarme cuando ni yo me soporto, y decirles que si alguna vez os he lastimado de la manera que haya sido, les pido perdón y espero que me disculpen.
Como dice arriba, espero que el dios que sea los bendiga, porque cada uno de ustedes: lectores, amigos, ciberamigos o la clasificación que gusten para sí mismos; son valiosísimas personas para mí aunque no lo diga, aunque no lo comente, aunque no se los confiese: el viejo bonachón de allá arriba sabe cuán importantes son para mí.
Dice una de esas canciones llenas de sabiduría popular, que los caminos de la vida, no son los que uno pensaba, ni los que uno quería y mucho menos, los que uno imaginaba. Me consta de primera mano que esa es una aseveración bastante elocuente.
¿Nunca les ha ocurrido, que terminan en algún lugar preguntándose simplemente cómo terminaron en él?
A mí sí.
Uno se levanta de su cama, en un estado próximo a la muerte en vida después de una noche de farra como muchas otras, pensando que simplemente hará lo que tiene que hacer y punto, no por el hecho de tener que hacerlo sino porque es lo que cada uno, a cada momento elije.
Por diversas razones 200'000 personas fueron el sábado a un concierto en el ángel de la independencia que de haber sido al día siguiente, simplemente hubiera sido tal vez una mala broma: Plácido Domingo. Pero el haber sido en sábado no le quita el buen sabor de boca que dejó entre óperas, zarzuelas, música popular mexicana y la impresión que me dio de que semejante tenor reconocido a nivel internacional, es ante todo alguien muy humano.
Y es entonces cuando mi realidad se reconfigura (Damn it!). Me hallé sorprendido por una llamada que no esperaba, pero que ansiaba recibir sin importar dónde me encontrase, qué hiciese o qué hora fuese. Así son esas cosas: la conspiración de la fortuna.
De pronto uno se halla sumergido en una espiral de la sinrazón donde la emoción y el sentir parecen ser lo más cuerdo que uno pueda seguir. Son sólo unos tragos en la espera de fijar un rumbo en la enorme noche para no quedarnos como tontos, sentados, pensando, en una sala sin hacer nada.
Una situación conlleva a otra: no sabía cómo iba a acabar. Y sorprendente es el verse a sí mismo limitado, atado a la tecnología y sin ella, sentirse varado por estúpido que eso suene. Pero es que una vez más, lo que significan y simbolizan las cosas pueden ser más importantes de lo que a simple vista puede parecer.
Es como uno de esos absurdos juegos en los que yo nunca yo nunca sería capaz de hacer lo que a veces hago, pero las formas y los fondos lejos de la incongruencia, son inconcebibles dentro de la cuadratura del círculo del pensamiento lineal. Así es la mayoría.
Por lo demás, el caminar por esas calles en el centro que tanto simbolismo guardan para aquellos que no han olvidado lo que otros no quieren recordar; lo significativo de cada una de esas palabras, de esas acciones, de todo aquello que a mí me dice algo y que sé que también a ti.
Es el amargo recuerdo de un dulce momento caminando entre edificios que podrían también contarte historias maravillosas, que al igual que tú, están suspendidas en el presente, pensando que el futuro las alcanzará siendo un pensamiento grato del pasado.
Bizarro, surreal, de esos acontecimientos que parecieran estar escindidos de la realidad. Pláticas de música de las que yo no conozco, pero alguien más ha de poder conversar; sucesos que parecen haber salido de la imaginación turbia de algún sociópata pero que a mí me consta que fueron reales porque los percibí y para bien estuve ahí.
Y al final de todo, despertar en una realidad posible si ese vil designio que no conozco y mucho menos comprendo no nos mantuviera separados. Esa realidad que es por demás fantástica en la que despierto y estas a mi lado, dormido, tranquilo sin conflicto alguno... así como podría despertar a cada mañana.
Por lo demás, sólo les puedo cuento que la peda estuvo buena en el centro, el fin de semana fue simplemente maravilloso y aunque sabía que terminaría en alguno momento, pareció eterno para mi alterada percepción del tiempo.
Fuera de todo esto, les recuerdo que aquí falta el post navideño, el de mi cumpleaños con mi resumen de crisis emocional y anexos; y el post del recuento del año que se nos va así como mis deseos para todos ustedes de año nuevo.
Y mientras tanto, los quiero... bastante... ¡y comentando esta entrada!
P.S. Claro, soy un desconsiderado de primera, todavía de que les escribo entradas de este tipo que nadie debería de escribir, mucho menos leer y ni que decir de comentar, se me había olvidado poner este vídeo para que de menos, puedan reir un rato... ¡Ahí disfrútenlo y recuerden que es el hit del próximo año!
No sé qué postear, pero eso es de las últimas cosas que de buenas a primeras me quitan el sueño.
Sé tal vez muchas cosas, puedo contarte de tanto, podría dilucidar de más, pero la verdad es que no sé nada. Entre más estudio, "sé" y "aprendo", me doy cuenta de que es tan poco lo que sé de este mundo... Me doy cuenta que soy una ínfima y nula parte de un todo tan complejo que por momentos tengo la certeza de que no está sincronizado de ninguna manera, y mucho menos estoy sincronizado yo con él.
Parece que me he dado cuenta que el mundo en el que vivía, no es el mundo en el que se supone se vive, el mundo que me contaron, el mundo con el que me hicieron crecer; es un mundo ajeno a mí, en el que me siento extraño, como si fuera desconocido para mí en el que nada de lo que me enseñaron, como todas aquellas cosas que enaltecen y vuelven noble y hacen resplandecer lo que sea, nada de eso existe.
No estoy seguro de lo que sé, de nada de ello. Tampoco de que todo aquello que pienso sea real, y mucho menos estoy seguro de lo que creo. ¿Cómo estar seguro de algo que no es, de algo que no está, de algo que no existe, que no puedo palpar, que no puedo ver, que no puedo percibir?
Tengo la certeza de que lo único que no me pueden arrebatar es lo que sé, pero nada de lo que sé lo puedo tocar, oler, besar, saborear... Tampoco están frente de mí la libertad, la justicia, la fortuna, la dicha, la igualdad, el amor... ¿Cómo tener la seguridad de que existen? ¿Cómo decir que no es el resultado de un mal rollo mental de alguien?
Y es extraño todo este sentir. Sólo me había ocurrido una vez, parado sobre una lancha justo en medio del escudo chiapaneco, en el cañon del sumidero, donde me daba cuenta en ese momento de que no soy nada.
Me recuerdo a Álvaro de Campos y la Tabaquería que yo no conozco y por ende, parece que suplo con otras cosas...
Y yo no escribo esto para probar que soy sublime, tal vez. Puede que te lo cuente para que lo sepas simplemente, o simplemente tenía que escribirlo y no es para ti en realidad. De la misma manera puede ser la crisis existencialista de mis 20 años. Tampoco lo sé...
Lo cierto es que en determinado punto de esta historia, que es mía y día a día escribo, apareciste tú. Y justo en ese momento, al igual que a Álvaro de Campos con Esteves sem metafisica, mi universo completo se reconfiguró.
Y escribiendo estas líneas que se suponen dan constancia de... Me doy cuenta de que soy capaz de describir, con palabras que es, para qué es, como es, por qué es y ubicar en el tiempo y el espacio lo que sea e incluso a quien sea.
Tomando conciencia de ello y recordando olvidos, tengo la certeza de que eso es sólo el comienzo... Esta noche creo que puedo elegir, decidir y de hacer, realizar, llevar a cabo... No sé ni siquiera por dónde comenzar, pero ya es tiempo de hacerlo.
Y podría ser que esta noche te escriba los versos más tristes como una noche Neruda hizo lo suyo; podría hablar de la gente que me gusta (que es gente como tú), como lo hizo Benedetti; de la luna que es buena como hipnótico y sedante como dijo Sabines...
Pero no lo haré, esta noche...
la única certeza que tengo, es aquella de lo que siento por ti.