sábado, 16 de agosto de 2008

Aunque me odien...

No había posteado porque la taza de café que derramé en el teclado lo dejó pegosteoso a tal grado que trataba de escribir y mi teclado se negaba a despegar las teclas. Pero heme aquí, escribiendo este post mientras me siento como que triste, como que enojado, como que desilusionado; y como esas cosas que cuando le dan a uno le dan. Estoy en mis cinco minutos que se prologan a más de tres semanas.

A todo esto... ¡Ah! Claro, ya recordé porque escribo.

Ahí tienen que a Fernando Martí lo secuestraron. Su padre, Alejandro Martí, negoció y pagó una suma por el rescate de su hijo. Su hijo nada más no llegó esa noche, ni al otro día, ni el siguiente.

Pasan días y es hallado un cuerpo encajuelado frente a la Unidad Habitacional Villa Panamericana. Sí, ese cuerpo perteneció a Fernando.

Obvio estaba yo en la pendeja desinformado totalmente del acontecer diario por estar pensando en puras id... eas, lo de las conferencias y las vacaciones. El lunes me voy enterando por esta nota, que hay algo que ocurre, algo que no sé y es algo que no me suena ni común ni simple. Me da curiosidad el porqué y empiezo a leer acerca del Caso Martí.

Tengo un vacío en cuándo comenzó esto en los medios. Total... la historia era tan simple como la escribí arriba. Una vez encontrado el cuerpo, es reconocido por la dentadura. Si quieren conocer la sucesión de los hechos de mejor manera, lean esta columna escrita por Carlos Loret de Mola.

Aquí deja de ser simple... Los que conocen a mi má saben que es medio extraña y conjetura de una manera todavía más extraña. Ella me dijo desde antes que era posible que fuere un accidente su muerte, o como se indaga que haya sido un pleito; pese a que la intención era regresarlo con vida.

El punto es que el chavo tenía 14 años y, se le privó no sólo de su libertad sino también de su vida.

Ahora Fernando Martí es un mártir. Su muerte ha centrado los reflectores en nuestro 'gobierno' (ya ni siquiera digan legítimo) que se ha mostrado totalmente ineficiente en esta lucha. Estamos viviendo en un país en el que más de 2,413 personas han sido ejecutadas este año por el crimen organizado, como dice esta entrevista a Juan Camilo Mouriño.

Y entonces sí, en pleno circo tenemos a un Felipe Calderón que propone elevar las penas; ruégale al dios que quieras para que así disminuyesen los delitos. Luego sale Marcelo Ebrard con eso de la Policía de Investigación. No olvidemos los 300 (no los de las Termopilas) agentes de un grupo antisecuestros que como Robocop nos protegerán a todos.

En medio de todo este espectáculo, algunos cuerdos han decidido hacer algo. Como explica Laura Herrejón en su columna, somos un círculo vicioso. Hay que detenerlo, hay que exigir a nuestros gobernantes que cumplan con su obligación de garantizar nuestra seguridad.

Ya no sólo vemos en este espectáculo mediático a Calderón, Ebrard, Mouriño; ahora también a los presidentes de asociaciones que están hartos del clima de inseguridad que se vive no sólo en la capital, sino en el país.

Vemos en entrevista a Alejandro Martí que quiere un México mejor. A María Elena Morera, la presidenta nacional de México Unido contra la Delincuencia, preocupada por la situación actual...

Convocaron a marchar el sábado 30 de agosto. Para que Iluminemos México. Lo que es más impresionante es cómo pueden ellos tener más liderazgo que nuestras autoridades. Cierto es que, se necesitan más que discursos políticos; más que acciones para acallar a la sociedad que exige un alto a esta ola de crimen; más que definir si será una reunión, una junta o una cumbre.

Que no es un problema aislado, que nuestra sociedad se fragmenta; esperemos el 30 de agosto poder sanar un poco a esta sociedad antes de que sea demasiado tarde. Creamos que esto tiene solución, no sólo por Fernando, sino por todos. Creamos en nosotros mismos para poder tener un futuro, no mejor; simplemente un futuro.

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