Año tras año, mi abuelo en diciembre comienza la búsqueda de una hoja de papel ya gastada por los años. Nadie sabe a ciencia cierta de dónde salió, pero de que es vieja es vieja. Está rota de dos esquinas y está escrita a máquina de escribir.
La busca por un buen rato aunque todos sabemos que sabe dónde la guarda... es parte del rito que él hace para sacar su carta a los Reyes Magos. Una vez que la encuentra, se pone eufórico; va y nos cuenta a todos que ha dado con su paradero. "¿Te enseño mi carta para los Santos, Reyes Magos?" repite una y otra vez con una sonrisa pícara.
Dice que es verídica y yo nunca he puesto en tela de juicio las sabias palabras de mi abuelo. Este año, se la he pedido para compartirla con ustedes. Espero que les cause la misma gracia que, a todos los que la hemos leído, nos ha dado.
La busca por un buen rato aunque todos sabemos que sabe dónde la guarda... es parte del rito que él hace para sacar su carta a los Reyes Magos. Una vez que la encuentra, se pone eufórico; va y nos cuenta a todos que ha dado con su paradero. "¿Te enseño mi carta para los Santos, Reyes Magos?" repite una y otra vez con una sonrisa pícara.
Dice que es verídica y yo nunca he puesto en tela de juicio las sabias palabras de mi abuelo. Este año, se la he pedido para compartirla con ustedes. Espero que les cause la misma gracia que, a todos los que la hemos leído, nos ha dado.
Queridos Reyes Magos:
Les extrañará que les escriba hoy 7 de enero, pero quiero aclarar ciertas cosas que ha ocurrido el día primero de este mes, en que lleno de ilusiones les hice mi carta, en la que les pedía un tren eléctrico, un par de patines y un traje de pelotero. ¡Ah! y una bicicleta.
Me destrocé el cerebro estudiando todo el año, tanto que no sólo fui el primero de mi clase, sino que obtuve la mejor nota de la escuela donde estudio, no los voy a engañar, no hubo nadie en el barrio que se portase mejor que yo, con mis vecinos, padres, con mis hermanos, con mis amiguitos, con mis vecinos, hacía mandados, ayudaba a los ancianos a cruzar la calle; y no se presentaba nada que estuviera a mi alcance, que no hiciera por la humanidad.
¡Qué huevos tienes ustedes! Dejando debajo de mi cama un pinche trompo, una puta corneta y un ojete par de medias. ¿Qué carajos se han llegado a pensar trío de mal paridos? O sea, que me han cogido de su pendejo durante todo el año para salirme con una cagada de esta categoría. Y no conformes con eso al maricón del hijo de la señora a quien mi papá le maneja el coche, a ese gran mierda sin educación, malcriado y desobediente, que no se puede entrar a su casa de la cantidad de jugetes que tiene refados por todas partes a ese hijo de puta si le trajeron todo lo que les pidió. ¡Qué poca madre! Por eso tiene que venir algo que nos hunda y nos desmadre, porque con unos Reyes Magos como ustedes, tan pinches y raisos, qué mierda de país se va a salvar. Eso sí cabrones, no dejen de verme el año que viene, porque voy a entrarle a pedradas a sus putos camellos para que se les espanten y tengan que chingarse a pue como yo, ya que la bicicleta que les pedi era para ir a la escuela que queda en casa de la chingada.
Y no quisiera despedirme sin mentarles la madre a los tres, ojalá y los fusilen y les den la silla eléctrica o la guillotina, para que no sean tan ojetes. Sobre todo al pinche negro de Baltazar a quien dirigí mi carta, bien me decía mi madre "no te fies de los negros que siempre la cagan".
Pero les advierto, el año que viene van a saber qué es un muchacho malo y cabrón, y entonces voy a firmar mi carta "EL CABRÓN".
P.D. El trompo, la corneta y el par de medias pueden pasar a recogerlos para que se los metan por el culo.
En fin... sabrá dios si fue real o no. Pero a mí cada año me hace reír.
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